Más memoria contra la banalidad de Auschwitz
Se entiende la tentación del olvido, pero sería un error enorme caer en ella y dejar de mirar

Hemos sustituido la banalidad del mal por la banalidad de la monserga: invocamos tanto el humo negro de Auschwitz que la mayoría de la gente se ha vuelto inmune a su toxicidad. Como las liturgias religiosas, de tanto repetirse acaban como ruido de fondo, palabreo, significante sin significado. Y sí, claro, luego llegan los turistas a hacerse selfis con caritas y morritos en la verja, bajo el letrero de Arbeit macht frei, y el Memorial de Auschwitz protesta, y mucha gente se indigna y reclama respeto al dolor sagrado de las víctimas, pero también ese cabreo está sobreactuado.