Me gustaría dejar de ser una ensalada para poder vivir desaliñada

Como mujer blanca urbana europea sin ahogo económico, experimento el placer de perfumarme

Jan 23, 2025 - 05:00
Me gustaría dejar de ser una ensalada para poder vivir desaliñada

Las mujeres blancas, negras, gordas, flacas, urbanas, ¿rurales? —las rurales están representadas en los anuncios de lácteos y embutidos—, altas y bajitas estamos contentas de poder estar lubricadas cuando nos apetece —incluso más allá de nuestras apetencias— y, a la vez, controlar intempestivas bajadas de flujo vaginal sin que estas sean motivo de catástrofe. Insisto: no logro recordar a muchas mujeres rurales ni en el ámbito glamuroso ni en el falsamente naturalista de la publicidad. Le preguntaré a mi amiga la poeta María Sánchez o a mi tía Agustina, que vive en Fuenterrebollo. Veo mujeres viejas —más que superar el edadismo dilatamos en el tiempo nuestra capacidad de ser clientas— y muy jóvenes; las marcas se preocupan de crear la necesidad del afeite, también de la cirugía, desde que tenemos uso de razón y adquirimos, con él, la libertad de infligirnos dolor para estar guapas: depilaciones de ingles con cera ardiente, tirón, puntos de sangre, amenaza del forúnculo…

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