Menos pantallas y más libros
Crece la alarma entre la comunidad educativa sobre los perjuicios de la excesiva exposición a los dispositivos electrónicos en todas las etapas

Son las 10.15. En un colegio público trilingüe del norte de la Comunidad de Madrid se celebra una jornada de puertas abiertas. Dentro del aula, un grupo de niños de entre 3 y 5 años danza alrededor de una televisión de plasma llena de colores y luces con movimiento frenético. “¿Qué es esto?”, pregunta una madre. “La clase de inglés”, le responden con total normalidad. En diciembre, la Asociación Española de Pediatría (AEP) aumentó el rango de edad en la que se debe proteger a los niños de las pantallas: de los 2 a los 6 años. Pero todas las etapas educativas están llamadas a repensar el porqué y para qué de la tecnología digital.
El riesgo de crear adictos
Una de las cuestiones más polémicas de la tecnología refiere al contenido que se consume y cómo se presenta. Especialmente las gamificaciones. “Si a un niño le das una estrella virtual en lugar de permitirle sentir el orgullo de haber logrado algo por sí mismo, le robas una parte fundamental del aprendizaje. Necesitan vivir experiencias reales, enfrentarse a la frustración, tener pataletas y desarrollar recursos propios”, expone el psicólogo Fran Villar. Su colega Alberto Soler añade que “la educación no tiene por qué ser siempre divertida; los estudiantes tienen que tolerar que el aprendizaje requiere esfuerzo”. Y recuerda todos problemas emocionales y psicológicos que pueden derivar de esas adicciones creadas desde tan temprana edad.