Mohammad Rasoulof, el cineasta iraní más odiado y perseguido por su Gobierno
El director, exiliado desde mayo en Alemania, estrena en España ‘La semilla de la higuera sagrada’, un retrato sobre la rebelión de las mujeres en su país y sobre cómo las dictaduras se mantienen por su afianzamiento entre los funcionarios
Solo tuvo dos horas para decidir: ¿exilio o cárcel? “El servicio secreto estaba interrogando al equipo de la película y eso se sumó a que el Tribunal Revolucionario Islámico anunció ese día que en una semana la sentencia que me condenaba a ocho años de cárcel, más latigazos y la confiscación de mis bienes, se iba a ejecutar”, recuerda el iraní Mohammad Rasoulof (Shiraz, 52 años). Durante largo tiempo, el cineasta ha sido una de las voces artísticas más críticas con el régimen de los ayatolas. Tanto, que acabó siendo condenado por “la intención de cometer crímenes contra la seguridad del país”. Era el final de un largo recorrido de oposición al Gobierno y de entradas y salidas de la cárcel así como de arrestos domiciliarios. Rasoulof, con su familia a salvo, se despidió de sus plantas (“Mi posesión más preciada”), atisbó las montañas desde la ventana de su casa en Teherán, pidió dinero a un amigo, dejó todos los aparatos electrónicos atrás —para que no le pudieran rastrear— y contactó con el miembro de una red, que había conocido en prisión, que saca de Irán a perseguidos por el Gobierno. “Me fui al exilio, lo que nunca ni me había planteado”.