No es la audiencia, es la relevancia
Lo poco que a veces importan los audímetros quedó claro cuando el martes leíamos que ‘El hormiguero’ había salido victorioso de su duelo diario con ‘La revuelta’, mientras todos seguíamos comentando la oda al optimismo de Noah Higón en La 1
Fui consciente por primera vez de que la publicidad mentía el día que descubrí en el supermercado que el 1880 no era el turrón más caro del mundo. A la hora de vender un producto, la mentira se considera un pecado venial. Esta mañana he paseado frente a seis restaurantes que aseguran ofrecer la mejor fabada de Asturias. Así, sin zarandajas, no una de las mejores, la mejor, y todos plasman su engañifa en cartulinas de colores fluorescentes para dar más empaque a su sospechoso galardón. Un amigo periodista que tiene la penosa tarea de buscar publicidad para un medio local me ha dicho que cuanto más ostentosos se vuelven los anuncios de los restaurantes, más posibilidades hay de que su cierre esté próximo.