“No quiero ir solo”: cuando el miedo al qué dirán nos impide hacer lo que nos gusta
Salir a cenar, viajar o ir a un concierto puede ser un placer para quienes disfrutan de su independencia, pero un obstáculo para quienes sienten que hacerlo solos los expone a la incomodidad o al juicio social. Elegir actividades que nos gustan de verdad y realizarlas de forma gradual es una solución a superar el peso invisible del grupo

El ruido de la multitud a su alrededor, a las puertas del recinto donde se va a celebrar el concierto, le es indiferente a María Hernando, de 26 años. Saca su móvil, pasa el control de seguridad y no espera a nadie detrás de ella. Se acerca a la zona de pista dos horas antes de que el cantante que ha ido a ver salga entre el griterío de sus fans y las luces coloridas e intermitentes de los focos. No habla con ninguna persona a su alrededor. Todas las amistades con las que había hablado no querían o no podían ir al espectáculo, y ella, a pesar de la vergüenza que le suponía ir sola, ha decidido no perderse a uno de sus artistas favoritos. “Desde un primer momento pensé en ir, aunque me hubiera gustado ir acompañada. Les pregunté a mis amigas. Algunas no podían y a otras les daba pereza. Es el primer concierto al que voy sola y no me arrepiento en absoluto”, comenta. Ha superado el miedo a disfrutar del ocio en solitario, ha vencido esa barrera psicológica que supone percibir miradas indiscretas por estar sola o realizar actividades predefinidas como grupales sin compañía.