No sentir el cosmos por no ver las estrellas: los efectos en nuestro ánimo de la contaminación lumínica
La apabullante y creciente manera en que la luz artificial oculta el firmamento —y no solo en las grandes ciudades— contribuye al cambio climático, afecta a la salud y bloquea nuestra visión del universo
Como ocurre con muchas otras especies, el ciclo cronobiológico del día y la noche domina nuestras vidas. Necesitamos la oscuridad para sobrevivir y prosperar, pero la proliferación de luz artificial significa que la mayoría de nosotros ya no experimentamos noches verdaderamente oscuras. “Cerca de las ciudades, los cielos nublados son ahora cientos o incluso miles de veces más brillantes que hace 200 años”, explica el investigador en contaminación lumínica Christopher Kyba, del Centro Alemán de Investigación en Geociencias en Potsdam. Hay evidencias de que la luz artificial nocturna afecta negativamente a la salud, contribuye al cambio climático, representa un desperdicio económico y energético y bloquea nuestra visión del universo. Kyba avisa: “Apenas estamos empezando a comprender el efecto drástico que esto ha tenido en la ecología nocturna”. Al deslumbrar el telón de fondo celeste del escenario de nuestras vidas —con luz artificial excesiva—, quedamos desconectados del entorno y de nosotros mismos.