Nuestras tierras raras
Las historias del campo de concentración franquista de Albatera reflejan la crueldad de la guerra mientras otros buscan sacarle partido

Contaba el tío Manolo, que era anarquista, que allí los hombres se comían la corteza de los árboles para aplacar el hambre. De los disparos no hablaba. Fue en la primavera del 39.