Nueva colección
Puedo parecer nueva: cumplo cincuenta y todos este año y sigo cayendo en el mismo ‘engañabobas’. Pero lo que soy es antisistema
No aprendo. Anteayer, festividad de las santísimas rebajas de enero, acudí a un templo del consumo a santificarlas y ver si habían rebajado un abrigo carísimo al que le tenía echado el ojo desde octubre, con la idea de autorregalármelo sin culpa, pero salí como había entrado. La cosa es que ya iba mosqueada. El modelo, una de esas prendas de fondo de armario tirando a la derecha que las revistas de moda califican como de lujo silencioso, como si no gritaran por todas las costuras que cuestan una pasta, había desaparecido misteriosamente de la web de la firma a medianoche, justo cuando empezaban los descuentos. Pero una, que es más larga que ancha, pensó que era una trampa de márquetin para que tuvieras que ir personalmente a desfacer el entuerto y, de paso, te llevaras la bufanda y los guantes, que las gangas son para quienes se las trabajan. Ilusa. El caso es que entré al local de marras y ahí estaba el abrigazo, en efecto, expuesto cual pieza de museo entre las montoneras de artículos rebajados, pero al mismo precio de toda la temporada y bajo un cartel de “Nueva colección”, que le habían colocado con toda la jeta la noche antes, como si lo hubieran recibido la víspera y no llevara meses llamándome por mi nombre cada vez que entraba a verlo contando los días para pillarlo de oferta. Se creerán muy listos, pero conmigo han dado.