Nueva York se deshace poco a poco de sus inmigrantes
EL PAÍS recorre algunos de los hoteles de la ciudad convertidos en albergues para personas indocumentadas en la mira de Elon Musk. El alcalde ha prometido cerrar 53 antes de junio


En la entrada principal del hotel The Row, una madre aborda el bus escolar amarillo del que baja despacio su hija de unos 10 años. Llevaba un rato esperando cerca de la Octava Avenida, en la parte oeste del centro de Manhattan, donde hay un alboroto usual y tremendo, de gente que va y gente que viene. Esa zona de Nueva York parece dividida entre los que pertenecen al hotel y los que siguen de largo. El The Row, una mole de 1.300 habitaciones con fachada de ladrillos color terracota, se levanta como una especie de fortín que guarda a sus inquilinos del mundo exterior. Del hotel hacia afuera, está el grupo de adolescentes chillones que hacen fila en una tienda de souvenirs; o la pareja fitness que sale con varias botellas de vino de la licorería Time Square; o los paseantes que señalan el musical de Michel Jackson. Del hotel hacia adentro, está el padre de familia que pide trabajo y no encuentra, o los chicos que intercambian cigarrillos por billetes de dólares sueltos cerca del lobby, o la mujer de mediana edad que habla español y parece agotada cuando se dirige a sus padres por videollamada. Son, estos últimos, los inquilinos inmigrantes del The Row.