Olaf el Breve, el canciller que gobernó Alemania por sorpresa y después tropezó con la guerra de Ucrania
Scholz se enfrenta a unas elecciones que nadie cree que pueda ganar. Su legado quedará unido al destino del país invadido por Rusia

Enero de 1982. El canciller socialdemócrata Helmut Schmidt, muy criticado por el ala izquierdista de su partido por respaldar a la OTAN en el despliegue en suelo alemán de misiles balísticos Pershing II y de crucero, visita un congreso regional de sus camaradas en Hamburgo. Todo está preparado para votar una resolución a favor del Gobierno. Pero las cosas no salen como están previstas. Un joven con camisa gris y gafas con grandes cristales cuadrados, recién elegido vicepresidente de las juventudes del Partido Socialdemócrata (SPD), sube al estrado y pregunta desafiante al canciller por los riesgos de esas armas. La moción no sale adelante tal y como la había concebido Schmidt, que abandona el recinto, según recuerdan algunos asistentes, pálido de la rabia.