Otro año más
El mundo se asoma a episodios de crueldad innecesaria bajo el signo de los tiempos: el escalofrío paralizante
El año que termina ha cambiado muchas cosas en Oriente Próximo. La caída del régimen sanguinario de Bachar el Asad en Siria aún sigue sin explicarse con detalles concretos. El hecho de que sus aliados Irán y Rusia lo dejaran caer sin apenas mover el meñique habla a las claras de la poca confianza en que pudiera seguir al mando del país. Ahora se ha convertido en otro de esos exiliados de lujo, protegido en Moscú lejos del alcance del que sería su lugar apropiado, el banquillo de acusados del Tribunal Penal Internacional. Lugar donde, por cierto, también habrá que guardar sitio al propio Vladímir Putin, su casero, y al dirigente israelí Benjamín Netanyahu, su enemigo, por más que sea poca la esperanza de verlos sentados y respondiendo por sus crímenes de guerra. La cúpula de Hamás, que también es responsable del desastre que ha caído sobre su pueblo, sobrevive con nuevos nombramientos al castigo israelí. Pese a la arrasadora fuerza de invasión, los terroristas aún retienen a rehenes secuestrados en el abominable ataque del 7 de octubre de 2023 que desencadenó la furia israelí. Las negociaciones para su liberación, que deberían haber sido la prioridad, se estancan en cada episodio sangriento de este conflicto fermentado.