Petroleras ante la era Trump, el gigante fósil que se resiste a quedar en un rincón de la cartera bursátil
El sector ve cuestionada su viabilidad a largo plazo, aunque también ofrece balances sólidos y una elevada rentabilidad por dividendo. El magnate republicano podría elevar las restricciones al crudo ruso e iraní pero desea por encima de todo un petróleo barato
La petrolera Cepsa abandonó hace poco más de dos meses un nombre con más de 90 años de historia y lo ha cambiado por uno con aires más sostenibles, Moeve. Seguirá siendo una petrolera puesto que no será hasta finales de esta década cuando haya conseguido que más de la mitad de sus beneficios procedan de las energías verdes. Sin llegar a renunciar a su imagen de marca, esa es la transformación en la que está inmerso, en mayor o menor medida, el conjunto del sector. Se trata de ir diciendo adiós a unas energías fósiles que, cual dinosaurios, van a ir desapareciendo para ceder paso a energías renovables y a combustibles como el hidrógeno. El proceso es lento, requiere ingentes inversiones, y convive aún con un precio del petróleo que permite seguir obteniendo rentabilidad, generar elevados beneficios y retribuir con holgura a los accionistas. Pero el precio del crudo está en descenso, en una tendencia que puede ir a más con Donald Trump en la Casa Blanca. El nuevo presidente de EE UU quiere producir más petróleo y, sobre todo, que sea una materia prima barata que no abra la caja de los truenos de la inflación.