Puigdemont, el emérito y Mazón

En este presente exhibicionista que vivimos, todo hay que hacerlo para exhibirlo en Instagram, pero la vieja humorista que late en mí se deleita a sí misma paladeando sus bromas en soledad

Jan 5, 2025 - 00:00
Puigdemont, el emérito y Mazón

La única vez en mi vida que he hablado con el rey emérito fue a principios de siglo. Del XXI, se entiende. Era de cuando yo iba a eventos y tenía una columna en la que la gente quería salir. Alguien me lo presentó y me dejó a solas con él. Nunca he sabido cómo comportarme ante señores con poder, así que como no se me ocurría qué decir le pregunté si era verdad que los Reyes eran nuestros padres. No me dijo ni que sí ni que no. Creo que ni me vio, porque yo estaba muy por debajo de la altura de mujer que, como es de todas sabido, es del gusto del exmonarca. No entraba en su campo de visión, por decirlo finamente. Esta bobísima anécdota viene a mi memoria cada víspera de Reyes y me reafirma en la idea de que el humor más inconmensurable es el que se hace para consumo propio. Con el aplauso es fácil, ya no te digo si te tocan el bombo, pero el verdadero desafío para una humorista es hacer una payasada sin testigos. Luego vas y se lo cuentas a tus seres queridos y ellos te creen porque saben que lo que más te gusta en esta vida es paladear la travesura. En este presente exhibicionista que vivimos todo hay que hacerlo para exhibirlo en Instagram, pero la vieja humorista que late en mí se deleita a sí misma paladeando su broma en soledad, igual que el gato se lleva al ratón a un escondite para jugar con él antes de zampárselo.

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