Puigdemont, fuera de lugar
Hay que captar las prioridades de cada momento. Y el expresident anclado en la distancia está peligrosamente confundido

“Son meras conjeturas”. “Si fuese una información tendría pruebas y no las tengo”. “Yo era un chico joven que me comieron la cabeza y ya está”. Estas fueron las conclusiones con las que el pasado jueves, Mohamed Houli Chemlal, cerró su comparecencia en el parlamento español. Único superviviente de la célula islamista que, en agosto de 2017, mató a dieciséis personas e hirió a trescientas en las Ramblas de Barcelona y en Cambrils, había sido convocado a propuesta del expresident Puigdemont y de Junts, en el marco de sus negociaciones para el apoyo parlamentario al gobierno, con el objetivo de aclarar las fabulaciones sobre la relación de los servicios de información del Gobierno español en aquella tragedia, rumor recurrente que nadie ha sustanciado. Dar cancha parlamentaria a un terrorista condenado a 43 años de cárcel sin garantía de una revelación que lo justificara es una frivolidad impropia de una institución democrática.