Saadiyat: la isla emiratí que quiere liderar el futuro del arte mundial
El enclave de Abu Dabi se prepara para la apertura de varios museos de primer nivel en una estrategia de Estado para convertirse en un imán cultural a nivel global

Al norte de Abu Dabi, uno de los siete Emiratos Árabes Unidos, hay una isla con forma de triángulo que guarda uno de los mayores proyectos estratégicos del país. Se trata de Saadiyat island, un rincón de poco más de 20 kilómetros cuadrados en el que está enclavado el museo del Louvre local. No estará solo mucho tiempo: en los próximos años, la ciudad proyecta abrir cuatro nuevos museos de primer nivel, cada uno con su propia identidad y enfoque, para convertir ese lugar en el epicentro de la ambiciosa estrategia del Gobierno de los Emiratos Árabes Unidos para colocar a su capital, Abu Dabi, en el mapa mundial de la cultura y el arte.
Una cultura más antigua que el país que alberga
“Emiratos es el único país de la zona que tiene un ecosistema artístico cerrado, con artistas, galerías y museos, cosa que nos distingue de Qatar, Kuwait o Arabia Saudí, donde por ejemplo apenas hay galerías”, cuenta Sultan Sooud Al Qassemi, coleccionista de arte y voz prominente del ecosistema cultural emiratí que fundó la Barjeel Art Foundation, una institución con más de mil obras modernas y contemporáneas de arte arábico. Al Qassemi pasea por las calles de Sarjah, tercer emirato en importancia (tras Abu Dabi y Dubái) y que fue el lugar clave de los inicios de la cultura emiratí.
Nadie como Al Qassemi para radiografiar esa historia cultural. “Emiratos se crea en 1971, pero la identidad local surgió mucho antes. Podemos decir que a partir de 1920, alrededor de la prensa, hubo una conjunción cultural, que luego creció cuando en 1956 llegó la radio, que es el germen del país”, cuenta. “En los setenta ya se crean instituciones culturales, Walter Gropius y los suyos vienen al país y crean edificios, y en 1982 abre la primera fundación cultural”. La suya, Barjeel (Torre de viento en farsi), fundada en 2010, es una colección en la que el 50% de las obras pertenece o bien a mujeres o a minorías. “No es excitante hablar de Picasso, de quien todo el mundo ya sabe todo; lo interesante es descubrir, y redescubrir, el arte que tenemos aquí”, ríe Al Qassemi.