Samaranch, ante la votación del COI: “No, no creo que sea favorito”
El dirigente catalán afronta “con optimismo” la votación que le puede convertir, 25 años después de su padre, en el décimo presidente del Comité Olímpico Internacional

El mundo se desangra; Benjamin Netanyahu sigue asesinando niños; Trump y Putin se reparten Ucrania; Europa se deshace; las juventudes del mundo se movilizan, y en un resort griego, a las 10.30, Thomas Bach, presidente del Comité Olímpico Internacional (COI), uno de los grandes poderes universales, somete a la votación de su concilio el único asunto de todo el día: “¿Hacemos un break coffee de media hora ahora o nos lo saltamos y hacemos ya a las 11 el lunch break de dos horas?” El resto de los informes presentados por los miembros son aprobados silenciosamente, un pequeño aplauso, después de que Bach los relatara y encomiara como un viejo profesor hace con los exámenes de sus alumnos en un aula apesadumbrado. Y, justamente, el peso desmedido del presidente con respecto a su asamblea —los 109 miembros restantes del club, príncipes y princesas coronados, CEOs de grandes empresas, políticos importantes, propietarios millonarios, exdeportistas admirados, provectos miembros— es una de las constantes del movimiento olímpico que prometen cambiar los siete candidatos a la sucesión de Bach, que deja el mando después de 12 años: todo el poder para la asamblea.