También nos han robado el recuerdo
Los lectores escriben sobre los “protocolos de la vergüenza” en la Comunidad de Madrid durante la pandemia, la defensa de Europa, la empatía, y la vivienda de protección oficial

Petra era una abuelita a la que le encantaban los niños. También era una hacedora de croquetas estupendísimas. Era la madre que me regañaba, y perseguía, cuando andaba descalza. Y también era la persona que me dio el mejor consejo que he recibido nunca: “Hija, estudia, no dejes de trabajar. Sé independiente, que nunca tengas que depender de nadie”. Me encantaría que cinco años después de su muerte, cuando recuerdo a mi madre, la recordara así. Pero mi madre falleció en una residencia de la Comunidad de Madrid durante la pandemia. Debido a la aplicación de los “protocolos de la vergüenza” —y a su prohibición de derivación a los hospitales y, directamente, a la supresión de auxilio sanitario—, cuando me despierto por las noches, soñando con mi madre, no la visualizo en las situaciones anteriores. A menudo la veo agonizando durante días, sin analgésicos, sin atención, sin nuestra compañía. Esto no fue a consecuencia de la enfermedad. Fue el efecto de una decisión política cruel y despiadada que, pudiendo dar otras opciones, les dejó abandonados. Necesitamos justicia, que los culpables paguen por sus actos; para que esto nunca vuelva a repetirse.