Teuchitlán
El campo de exterminio exhibe la disponibilidad de las personas por las delincuencias y por el contubernio de las autoridades encargadas de protegerlas

Teuchitlán es ya muchas cosas. La cicatriz viva de la brutalidad y la normalización. De la brutalidad normalizada. De macabros aconteceres en nuestro presente transformado, realizados en los márgenes de las urbanizaciones y en el centro de una vida rural tenida como limpia, cuando no de plano pura. En un espacio rodeado de civilización y aparente civilidad se realizó la leva de hombres jóvenes para ser incorporados a la lucha armada que a diario acometen las organizaciones criminales entre sí o con el Estado.