Tinta morada
El gran payaso de piel naranja y odiosa saliva bajo la cabellera amarilla no tiene libro en el alma ni sabe leer de corazón

Hay lugares donde la estilográfica toma como fuente los charcos de tinta morada, formados por bugambilias. Casi olvidaba que las calles empedradas de San Miguel de Allende en Guanajuato motean breves manantiales de prosa corta, verso libre y el recuerdo intacto de un amor. Aquí se miden las horas por las campanas viejas de los templos, los pasos empinados sobre adoquines pulidos y la respiración con la que se leen todas las palabras que se vuelven poesía.