Un futuro aceptable para Siria
Un mes después de la caída de El Asad, es necesario presionar para que la nueva autoridad no derive hacia el islamismo
Siria respira algo parecido a aires de libertad cuando apenas ha transcurrido un mes desde la caída de Bachar el Asad. Han sido derribadas las estatuas y los símbolos del régimen depuesto, se han abierto las puertas de las cárceles y han emergido las estampas del horror de sus torturas, ejecuciones y fosas comunes. Es un nuevo comienzo para el martirizado país tras una guerra de 13 años y una cruel dictadura familiar de medio siglo. Sin embargo, es muy incierto el horizonte político del país en mitad de una región inestable y cuarteada por la guerra.