Un paseo mundano en cobla
Roger Mas exprimió en un Palau de la Música lleno las posibilidades expresivas de la agrupación folclórica

Como alguien que es a la vez una cosa y su contraria, una fábrica de antónimos y de sinónimos, un cosmopolita rural que, fijado a su tradición, que entiende y vive en un sentido amplio, canta en idiomas del arco mediterráneo sabiéndose más catalán que un calçot. Atendiendo a esta mirada tan local como mundana, Roger Mas llenó el Palau de la Música en un concierto del festival Tradicionàrius para presentar su segunda entrega de ese repertorio que ha pasado por el tamiz de la cobla, agrupación musical que mamó en familia y que le suena a infancia y fiesta en plaza pública, para dar nuevo aire a unas canciones mayormente conocidas y, de paso, evidenciar que la cobla contemporánea tiene ilimitadas posibilidades expresivas más allá de la sardana. Antes del concierto, su representante reconocía que si al primer experimento, hace ahora 12 años, le costó tomar vuelo, este segundo disco con la Cobla Sant Jordi-Ciutat de Barcelona tomó vuelo muy rápidamente. Merecido premio a una revisión nada apergaminada de una tradición que no le hace ascos a nada porque la música popular, el rescoldo en el que Mas enciendo sus antorchas, atesora un mucho de verdad en su interior.