Un viaje con las grullas a la Laguna de Gallocanta
Si por algo tiene fama esta reserva natural entre Teruel y Zaragoza, el principal humedal salino de Europa occidental, es por ser un auténtico paraíso ornitológico. El espectáculo hay que verlo sobre todo en invierno, y luego la ruta puede continuar hasta Daroca y Anento
Está cayendo la tarde sobre la llanura que se ensancha a casi mil metros de altitud entre Teruel y Zaragoza, en las comarcas de Daroca y Jiloca. Bajo el cielo plomizo, la Laguna de Gallocanta brilla sobre la tierra como una costra metálica. Una multitud alada grazna en sus orillas y más allá, en los sembrados aterrizan los ordenados escuadrones que llegan de su largo viaje hacia el sur. Esta reserva natural, el principal humedal salino de Europa occidental y uno de sus ecosistemas más singulares, es un enclave de gran valor ornitológico que recibe cada año a miles de aves acuáticas en sus rutas migratorias: patos, tarros, gaviotas, cercetas, gansos, cigüeñuelas, garzas y, sobre todo, grullas, la tribu más numerosa y emblemática de la laguna.