Venezuela, un hatillo y una manta
La gloriosa retórica sobre Bolívar de la que abusa el chavismo ya no sirve cuando los ciudadanos se han pronunciado para emanciparse de la servidumbre
Durante varios días seguidos, en agosto de 2018, el mundo entero supo que los venezolanos se estaban yendo de su país. Las imágenes eran desgarradoras; siempre lo son cuando se ve a mujeres y a hombres, a niños, adolescentes y ancianos, ir caminando por las carreteras para huir de la mala fortuna llevándose cualquier cosa. En junio de 2021, la oficina del Alto Comisionado para los Refugiados, ACNUR, presentó un informe en el que Venezuela figuraba como el segundo país del mundo que había expulsado a más de los suyos fuera de sus fronteras. El primero era Siria, pero estaba sacudido por los efectos de una guerra. Los más de cinco millones de venezolanos que por entonces habían dejado atrás sus hogares no habían salido escapando de las bombas, sino de la miseria y la falta de futuro, del ambiente irrespirable impuesto por un régimen podrido por la corrupción, la incompetencia y el autoritarismo.